Dedicado a ti. O a Tú, no sé...
* * *
—Cuéntame otra vez lo que
soñaste, Tú.
—Sí, Tú. Pero es complejo. Y muy
extraño. Había muchos más seres… no sólo nosotros. No hay más seres que Tú y Tú
en esta realidad, eso lo sabemos. Pero en mi sueño había muchos. Muchísimos… Por
eso, para no equivocarse unos con otros se ponían… nombres, esa es la palabra.
Y los usaban para distinguirse entre uno y uno. Y otra cosa: podían notarse con esferas blancas que tenían arriba de su cuerpo. No sólo se tocaban y olían como
nosotros. Se… veían, así lo llamaban. Podían percibir sus propios cuerpos sin
contacto alguno. Y para entenderse, tenían una rendija que se abría y se movía
de forma muy graciosa, haciendo vibrar el aire. No sólo se hablaban con la
mente, como Tú y Tú. Y a sus cuerpos no los llamaban “Tú”. Y no los nombraban
siempre enteros. Lo hacían por partes también. Por ejemplo, lo que usaban para tocar lo
llamaban… deja que recuerde… dedos. Sí: lo llamaban dedos. Decían que son cosas diferentes. Y a todas ellas juntas, las llamaban manos.
—O sea, ¿esto que estoy tocando
ahora en Tú, Tú, lo llamaban dedos?
—Dedos y manos también, según... Es confuso... Y aparte de su
cuerpo, esos "ellos" que eran muchos y no uno, tenían un espacio enorme para poder moverse. Mucho más que el que nosotros tenemos en esta
caja. No tenían que estarse oliendo y rozando todo el tiempo. Y ese espacio suyo inmenso estaba
lleno de cosas... diferentes, cada una con su propio "nombre". Así que usaban algo que llamaban
“números” para “contar” las cosas del cuerpo y las de fuera de él. O sea,
dividían el mundo como si estuviese hecho de cosas distintas. Por ejemplo decían que esos... dedos eran cinco. Y las manos dos, creo... O eran diez dedos y una mano, no recuerdo bien. Es muy complejo.
—Pero el mundo sólo es una
caja… Y los cuerpos de Tú y Tú metidos dentro de ella. Y todo ello es lo mismo. No hay nada separado. ¡Deja de contar las manos de Tú!
—Son los dedos lo que estoy tocando en ti... o sea, en Tú.
—¿Dijiste "en ti"? De pronto hablas muy raro... Creo que te afectó ese sueño, Tú.
—Quizá...
—¿Sabes?: a veces pienso en algo…
¿Recuerdas aquella vez que se te ocurrió subirte a Tú, Tú?
—Sí, Tú. Lo recuerdo bien. Me
aupé a eso que los muchos seres de mi sueño llamaban “espalda”. Me subí a la espalda de Tú.
—Dijiste que la caja arriba era
distinta. Como más débil.
—Eso me pareció. La empujé y fue
como si se le abriese una rendija. Una como la que usaban para comunicarse los
seres de mi sueño. Me asusté y volví abajo sin cerrarla…
—¡Súbete otra vez, ahora! Dejemos que Tú
y Tú jueguen un poco.
—Pues ayúdame, Tú. Vaya, me resbalo…
Estás sudando y yo peso más que antes. Es raro, parece que he crecido desde que
se me ocurrió subirme la otra vez…
—Inténtalo de nuevo. Apóyate en
mi "una mano" para auparte.
—No puedo... mejor usa tu otra "una mano", también.
—¿Así?
—. Perfecto. Ya estoy. Sí: arriba
es más blanda la caja. Sigue un poco abierta, como la dejé… Espera, la empujaré más fuerte ahora… ¡Tú!
¡No vas a creerme!
—¿Qué pasa, Tú?
—Algo sucedió… se abrió más y
sentí un aire… fresco. ¡El aire de fuera!
— ¿Qué dices? Lo de afuera no
existe. ¡Qué miedo! ¡Cierra bien la caja y luego bájate, es peligroso!
—Espera Tú… yo… he… ¡He visto mi propia
mano con la luz!
—¿Visto? ¿Luz? ¡Estás loco!
¡Estás soñando despierto! ¡Baja ya!
—Sí, ya voy… Ya está. Siénteme con tu…
mano. Ponla aquí. Ponla en mí. Quiero decir: ponla en Tú, Tú. ¿Lo notas? Pasé mucho miedo arriba.
—Se siente fuerte, sí. ¿Cómo
llamaban a esto en tu sueño, Tú? ¿Lo recuerdas?
—Corazón, creo…Y lo dividían en "latidos". Y ahora, a mí casi se me parte de la impresión, Tú
—Ha sido mala idea nuestro juego.
A mí también me retumba esa cosa dentro, de repente... Mejor dejar la caja como está. No vuelvas a subirte nunca. Corriste mucho peligro,
no quiero perderte si te falla el… corazón. No sabría que hacer sin Tú, Tú. Gracias a que te amo, siento que, en el fondo, sí somos diferentes. Pero aquí dentro somos sólo uno. Y esa es la única realidad que importa.
—Tú también eres mi único mundo, Tú. Y no preciso más que eso. Porque sin Tú yo no sería
Tú. Y los dos nos entendemos sin palabras... Pero la luz sí que me gustó, no voy a engañarte… fue mágico sentirla. Ni te imaginas lo especial que fue… ¿Sabes
lo que me dio miedo de verdad?
—No...
—Pues que no sólo vi mi propia… mano.
También sentí que alguien me percibía desde fuera.
—¡Eso es imposible! Somos puro lenguaje fuera de esta caja. Sólo letras escritas. Letra muerta. Y dentro de la caja... lo exterior no existiría, simplemente.
—¿Y si alguien nos estuviera ahora leyendo?
—¿Quién?
—No sé... alguien.
—Hum... ¿cerraste bien la caja?
© Bonifacio Álvarez
Me has hecho recordar algo que escribí a los diecisiete años a una amiga. No era un poema, aviso:
ResponderEliminar"Descentralizada
dispersa
e informe
-como esta escritura que no permite más nombre
que el de algo que está sucediendo-
TÚ
singularizada
-que ya es mentira y grande-
por el hecho asombroso de que HABLO".
Por suerte, también me ha recordado a Paul Celan:
"Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida".
O:
"Yo soy tú cuando soy yo".
Gracias por leer y comentar, Carmen. Y por tus aportaciones.
EliminarEse juego del tú y el yo da mucho de sí.
Otro buen ejemplo (en forma de enigma) es:
"¿Si tú eres tú, y yo soy yo... ¿Quién es yo?"
Difícil de catalogar,a veces resuena el mito de la caverna por ese miedo igmoto a salir de la caja.A Beckett,en fin,el.tamiz de nuestras vivencias y lecturas vibran para interpretar tus relatos Bonifacio,que disparan o nos disparan por multiples derroteros. Y porqué no el solipsismo.
ResponderEliminarLo de la caverna lo pensé, y lo de Beckett también cuadra. Bueno, como sigo con mi obra de teatro supongo que me dejé influenciar. De hecho, este texto de la caja podría ser una obra teatral de un solo acto.
EliminarGracias por comentar, Sergio.