Anécdotas de personajes célebres: escritores, artistas, científicos... y elementos mixtos.
Citadas de memoria y de diversas fuentes. Y no por conocidas menos ciertas (o apócrifas, según)
Keira Rathbone, con su máquina de pintar/escribir. |
.
|
Cuentan
que Jean Cocteau (1889-1963) , el polifacético pintor, escritor y cineasta
francés, se encontraba tomando un café en una tertulia. En plena discusión
acerca de la naturaleza metafísica del cielo y el infierno del catolicismo. Por
su parte, él asistía a aquella disputa bizantina como quien ve un partido
de tenis, mirando a un lado y otro y en apariencia ajeno a la refriega, sin
decir palabra. Al final, un contertulio le animó a que aportase de una vez su
opinión propia a la polémica. A lo cual Cocteau respondió con fría
equidistancia. Es fácil imaginárselo aspirando largamente su cigarro, con una
concentración serena en su semblante afilado cuando dijo:
-¿El cielo y el
infierno? Me da igual ese tema. En realidad, tengo amigos en los dos lados...
* * *
William Maxwell
Aitken (1879-1964) fue un escritor canadiense, ex-banquero y magnate de la
prensa. Conocido por abandonar sin más la banca canadiense en la que era
directivo (y Canadá entera de paso, que es muy grande) para dedicarse a
la política y al periodismo -las dos cosas- al otro lado del
"charco", en Inglaterra. O sea: lo que se dice un tránsfuga de sí
mismo, y todo un cúmulo de incompatibilidades. Y también una "puerta
giratoria" del tamaño de las Columnas de Hércules (las que criticamos hoy
día son un molinete cutre del metro, en comparación).
Se cuenta de él
una conocida historia, que algunos atribuyen a otros escritores, no obstante.
Al parecer, le
preguntó a una actriz célebre si se acostaría con un hombre por seis millones
de libras. Ella dijo "por supuesto". A lo que él replicó "¿y por
solo seis libras?". La actriz respondió, ofendida: "Claro que no,
¿por quién me toma usted?". La réplica del magnate fue demoledora:
"Ya se ha definido usted misma muy bien, se lo agradezco. Conocido el
hecho, solo me restaba determinar el grado"
* * *
El poeta y
médico Rafael Duyos (1906-1983) tuvo un momento de nostalgia al recordad su
tierra natal, Valencia. Al oirle suspirar con tanta morriña por "la tierra
de las flores, de la luz y del amor" (para los despistados, eso no es un
verso suyo), la bailaora Pastora Imperio le preguntó si de verdad él era de
ahí. El asintió, orgulloso.
Y entonces la
arcádica Pastora, que se hizo célebre por encandilar al público en los teatros
y en films como "María de la O" (y no por deleitar con su
planta-punta-tacón-golpe, a las ovejas), improvisó una réplica casi tan redonda
como la "o" mayúscula de la tal María:
"Ay hijo
-le espetó al poeta- y yo que creí que tú eras de allí abajo, de donde nace la
gente"
Por cierto,
parece ser que Duyos dejó la medicina para dedicarse plenamente a la poesía
(debía tener buenos ahorros). Así que quizá lo de “la gente que nace allá
abajo” se lo dijo la Pastora justo por eso, porque pensó que él era ginecólogo.
No sé.
Aunque el gracejo inopinado de la bailaora, no está a la altura de la
celebérrima ocurrencia de su cónyuge, el torero Rafael "El gallo".
Aquella tan cacareada (nunca mejor dicho) de: "hay gente pa' to",
durante su encuentro con el filósofo Ortega. Cuando le dijeron al torero que el
tal Ortega era eso, un filósofo, y no un repartidor de butano (por decir
algo).
Aunque también
hay un Ortega torero (vaya lío).
O quizá fue con
Gasset la cosa, a fin de cuentas. No recuerdo bien cual era de los dos (este chiste
malo es igual de viejo que la anécdota, disculpen)
El director de
orquesta Leopoldo Stokowski escuchó pacientemente el concierto de piano de una
aficionada. Al terminar, comentó a su padre: "Enhorabuena. Su hija toca
siguiendo los evangelios". El padre, le preguntó, emocionado "¿Quiere
decir con espiritualidad?". A lo que el célebre director respondió con
sorna "No.Quiero decir que su mano derecha no sabe lo que hace su mano
izquierda"
* * *
Napoleón se encontró en un acto público con un oficial al cual había repudiado previamente. Cuando lo vio, le dio la espalda. A lo que éste reaccionó sin amilanarse, diciendo: "Gracias, excelencia, por demostrar que aún me guarda amistad". Napoleón se volvió, sorprendido. Y le replicó, con ironía "¿No cree usted que acabo de hacer justo lo contrario?". A lo que el oficial respondió: "En absoluto. Porque de todos es sabido que Napoleón jamás le da la espalda al enemigo".
Cuentan que, a raíz de esa respuesta, Napoleón se reconcilió con él de inmediato (aunque quizá mandó fusilarle por haberlo dejado en evidencia, la realidad no es tan idílica).
* * *
El escritor alemán Stefan Zweig, publicó una novela romántica titulada "Ardiente secreto", en plena Alemania nazi. Justo tras producirse el incendio del parlamento, del que se sospechaba que era un auto-atentado de los nazis para culpar a los comunistas de ello. Dado el título de la novela publicitada en grandes carteles, ésta fue censurada para que el "ardiente secreto" no se confundiese con una insinuación velada sobre la verdadera autoría del incendio.
Napoleón se encontró en un acto público con un oficial al cual había repudiado previamente. Cuando lo vio, le dio la espalda. A lo que éste reaccionó sin amilanarse, diciendo: "Gracias, excelencia, por demostrar que aún me guarda amistad". Napoleón se volvió, sorprendido. Y le replicó, con ironía "¿No cree usted que acabo de hacer justo lo contrario?". A lo que el oficial respondió: "En absoluto. Porque de todos es sabido que Napoleón jamás le da la espalda al enemigo".
Cuentan que, a raíz de esa respuesta, Napoleón se reconcilió con él de inmediato (aunque quizá mandó fusilarle por haberlo dejado en evidencia, la realidad no es tan idílica).
* * *
El escritor alemán Stefan Zweig, publicó una novela romántica titulada "Ardiente secreto", en plena Alemania nazi. Justo tras producirse el incendio del parlamento, del que se sospechaba que era un auto-atentado de los nazis para culpar a los comunistas de ello. Dado el título de la novela publicitada en grandes carteles, ésta fue censurada para que el "ardiente secreto" no se confundiese con una insinuación velada sobre la verdadera autoría del incendio.
* * *
¿Por qué sigue
usted soltero a sus años?, le preguntaron al actor Maurice Chevalier.
"Bueno -contestó tranquilamente- me gusta poder escoger por qué lado de la
cama levantarme"
* * *
Un periodista
le dijo a Gandhi: “¿Qué opina de la civilización occidental?”. A lo que éste replicó:
“Creo que es una buena idea”.
* * *
El cómico
de Broadway Eddie Cantor, envió un sarcástico telegrama a unos amigos judíos
que acababan de tener un hijo varón: "Enhorabuena por su reciente
producción. Estoy seguro que mejorará mucho después de haber sido
cortada"
* * *
El dramaturgo
Marcos Zapata se sometió a un examen de leyes, donde le acribillaban a
preguntas. Con el nerviosismo, falló muchas de ellas. Así que el examinador le
critió diciendo: « Ha dado usted una en el clavo y tres en la herradura ». A lo
que Zapata respondió: «Si se hubiera estado usted un poco quieto...»
* * *
Joseph
Lieutaud, médico personal de Luis XVI, recibió un elogio del propio monarca:
"Estoy seguro que con su conocimiento de la anatomía humana, podría usted
curar cualquier enfermedad", le dijo el rey.
El doctor, muy
humilde, contestó: "Majestad, en realidad yo soy como un sereno. Conozco
bien todas las calles, pero no sé lo que sucede dentro de las casas".
* * *
A punto de
abandonar Argentina tras un breve viaje, el escritor Jacinto Benavente vio su
foto en la sección de cultura de un diario local. Pero muy pequeña en una
esquina, junto a otra enorme de un caballo de carreras que ocupaba media
página. Un periodista de dicho diario le preguntó entonces: "¿Piensa
volver pronto a Argentina?". El dramaturgo y premio Nobel le contestó,
molesto: "Sí, claro que lo haré. Cuando sea caballo".
*
* *
Cierta vez,
José Zorrilla alquiló una casa de campo en una villa de las afueras de Madrid,
para aislarse allí y buscar inspiración en su trabajo. Los vecinos del lugar
estaban intrigados por saber quién era aquel nuevo y esquivo inquilino venido
del mismo centro de la capital. Uno de ellos no aguantó la curiosidad por más
tiempo, y abrió una carta lacrada destinada al escritor, para conseguir
información.
La misiva decía
(más o menos): "Querido José. Creo que es mejor que no mates al alcalde
con veneno. Bastará que le administres un sedante. Atentamente, tu amigo
JD"
Horrorizado,
el indiscreto lugareño acudió carta en mano al ayuntamiento, para alertar al
alcalde del pueblo sobre la conspiración urdida en su contra.
Zorrilla fue
detenido, y tuvo que demostrar que el alcalde de la carta no era uno de verdad.
Sino un personaje de la obra que había ido allí a escribir, sobre el cual pidió
consejo a su amigo.
* * *
El pintor alemá
Hans Thoma era conocido por su proverbial machismo. En un aula de arte, afirmó:
"las mujeres pintoras quitan el trabajo a los hombres". Y añadió:
"Además, ya desde que estudian arte, son un serio problema. Pues con su
presencia distraen a los alumnos masculinos". Una joven alumna del aula
allí presente, se indignó y protestó airadamente contra el exabrupto. A lo que
Thoma, genio y figura, contestó tan friamente: "No se dé por aludida,
señorita. Con lo de distraer, me refiero a las que son guapas"
* * *
Hermann Von
Stein, general y ministro de guerra prusiano durante la I Guerra Mundial, tenía
la costumbre de supervisar personalmente el menú de sus tropas. Una vez vio a
un par de cocineros cargando con una olla enorme y les detuvo. Sin dejarles
hablar, tomo un cucharón para probar el contenido del recipiente, que escupió
en el acto. "¿Qué porquería es esta? ¡Sabe a agua de fregar los platos!"
exclamó, asqueado. A lo que uno de los cocineros contesto, lacónico:
"Excelencia, efectivamente es agua de fregar los platos"
* * *
Un ministro de Francisco Franco sufrió la reprimenda del dictador, que le espetó: "He sabido que usas el coche oficial para ir de putas, y eso no está bien". A lo que el ministro replicó: "Hombre, no querrás que vaya andando".
* * *
Un ministro de Francisco Franco sufrió la reprimenda del dictador, que le espetó: "He sabido que usas el coche oficial para ir de putas, y eso no está bien". A lo que el ministro replicó: "Hombre, no querrás que vaya andando".
* * *
Un rival
político le espetó a Abraham Lincoln: “Tiene usted dos caras”. A lo que
éste respondió: “¿En serio? ¿Cree que si tuviese dos caras usaría esta?"
* * *
Un periodista le dijo a Stephen Hawking: "Afirma usted que puede haber millones de universos paralelos casi idénticos, con pequeñas diferencias. ¿Quiere decir que existe un universo donde yo soy más inteligente que usted?"
A lo que el científico respondió: "Sí, y también uno donde usted es gracioso".
* * *
Un periodista le dijo a Stephen Hawking: "Afirma usted que puede haber millones de universos paralelos casi idénticos, con pequeñas diferencias. ¿Quiere decir que existe un universo donde yo soy más inteligente que usted?"
A lo que el científico respondió: "Sí, y también uno donde usted es gracioso".
* * *
Un joven poeta,
le pidió una opinión sobre sus poemas al periodista y dramaturgo Tristán
Bernard. Éste le dijo: «Mire joven, hay dos de sus poemas que ni un Baudelaire
ni un Goethe hubieran podidio escribir». El poeta, emocionado, le preguntó:
«¿Ah sí? ¿Y eso por qué?». A lo que Bernard respondió: «Pues porque uno trata
sobre la radio y otro sobre el cine»
En otra
ocasión, durante una tertulia literaria, se hablaba sobre el matemático Pascal.
Alguien mencionó que éste recurría a inventar problemas matemáticos para
aliviar sus dolores de cabeza. Entonces, Tristán Bernard dijo con sarcasmo:
«Cuando yo iba a la escuela, hacía lo contrario. Me inventaba dolores de cabeza
para olvidar los problemas matemáticos»
* * *
El dramaturgo
Bernard Shaw le dijo a Winston Churchill, con inquina: “Le reservaré dos
entradas para el estreno de mi nueva obra. Así podrá ir con un amigo, si es que
tiene alguno”. A lo que el célebre estadista, replicó: “Al estreno no puedo,
tengo un compromiso. Iré a la segunda función, si es que existe”.
* * *
El músico Jean
Sibelius disfrutaba una excursión campestre acompañado de un viejo amigo.
Animado por lo bucólico del ambiente, exclamó: «¡No hay mejor orquesta que el
armonioso canto de los pájaros!». De repente pasó un cuervo, graznando. Sin
inmutarse mucho, le comentó a su amigo: «Mira, ahí va un crítico».
* * *
A
Alejandro Dumas (padre), alguien le felicitó erróneamente por una obra de su
hijo. A lo que éste respondió, muy chusco: «Yo no soy el autor de esa obra,
disculpe. Yo soy el autor del autor».
* * *
Cierto músico
amateur le dijo a Mozart:
—Tengo pensado componer una sinfonía. ¿Qué me aconseja al respecto?
—Una sinfonía
es algo muy complejo —le replicó Mozart—. Mejor empiece usted con algo más
sencillo.
—Bueno, pero
usted ya escribía sinfonías de niño —Insistió el músico aspirante.
—Sí, pero yo no
le pregunté a nadie cómo hacerlo —Fue la demoledora respuesta.
* * *
El escritor
noruego y Premio Nobel de Literatura Bjornstjerne Bjornson (a quien ya nunca se
le resistió su oficio una vez que aprendió a escribir su nombre bien), se
encontraba en el antiguo y muy pequeño ducado alemán de Sajonia-Meiningen,
trabajando en una obra de teatro. El Duque en persona discutió fuertemente con
él. Y decidió expulsarle de su feudo, diciendo: «Tiene usted sólo 24 horas para
abandonar mi territorio». A lo que el dramaturgo contestó, muy fríamente:
«Descuide, en sólo media hora lo habré cruzado a pie».
* * *
El filósofo
Diógenes de Sinope, fue sorprendido masturbándose en público como si tal cosa.
Alguien le afeó tan grosera actitud, diciendo: «¡Deje de hacer eso! ¡No está
bien!" A lo que el filósofo contestó, muy pragmático: «Se equivoca, sí
está bien. Ojalá me pudiese quitar el hambre frotándome la barriga»
* * *
La esposa del
escritor William D. Howells contrató a una empleada doméstica. Ésta veía que el
buen señor se pasaba día tras día sin salir de casa, metido en su despacho
escribiendo. Compadecida y sin entender bien, se acercó a quien la había
contratado: «Señora, he observado que el señor se pasa en casa todo el día.
Estoy dispuesta a que me bajen un poco el salario hasta que él encuentre
empleo»
* * *
En 1955,
Willian Faulkner viajó a Japón para dar unas conferencias. En un momento de
relajo, se explayó contando una larguísima anécdota al auditorio nativo. El
traductor local, redujo ésta a una sola frase escueta en japonés... Extrañado,
Faulkner le preguntó: «¿Cómo lo ha podido abreviar tanto?». A lo que el otro
contestó:«Lo que yo he dicho es: El señor Faulkner acaba de contar algo muy
gracioso. Ríanse por cortesía, por favor»
* * *
A Pío Baroja
una señora le contó la grave enfermedad de su marido: «¿Debería tener
esperanza?», concluyó ésta, tras exponer el caso. «Bueno, eso depende de lo que
espere usted», le contestó el (siempre escéptico) escritor.
* * *
El actor
germano Joseph Giampietro era conocido por sus multitud de amantes. En una
ocasión, un amigo le vio muy angustiado y le preguntó qué le pasaba. «Pues que
he recibido la carta de un marido celoso, amenazándome de muerte si no me alejo
de su mujer», replicó él. El amigo respondió: «Siendo así, es mejor que le
hagas caso». A lo que Giampietro replicó, con zozobra: «Claro, pero ¿de qué
mujer me alejo? ¡La maldita carta es anónima!»
* * *
A la actriz
Celia Gámez le robaron sus efectos más personales en el camerino: joyas, fotos,
maquillaje... Un policía comentó: «Creo que este robo no es obra de un
profesional». A lo que ella replicó, con serena ironía: «Un profesional no sé.
Pero seguro que es un gran aficionado».
* * *
El conde de
Sandwich, famoso por dar nombre al emparedado al cual nadie llama emparedado, le dijo a su
oponente, el parlamentario John Wilks: “Está claro que usted morirá en el
patíbulo o de sífilis”. A lo que su rival político replicó: “Eso depende de si
abrazo sus principios o a su amante”.
* * *
Thomas Alba
Edison tenía una forma curiosa de seleccionar a sus empleados. Les invitaba a
comer, y dejaba siempre un salero junto al plato del aspirante al puesto. Si
éste se servía sal sin probar antes el guiso, Edison le descartaba de
inmediato. Razonando que, alguien que presuponía las cosas sin comprobarlas
antes, no era idóneo para trabajar bajo su mando.
Faltaría saber
si les dejaba terminar antes la comida, al menos...
* * *
Cierta vez, el escritor Valle Inclán precisó de una transfusión de sangre. El premio Nobel de literatura José Echegaray le ofreció la suya, a lo que el sarcástico autor de Luces de bohemia replicó: "Esa sangre suya no la quiero, que está llena de gerundios"
En otra ocasión, Valle Inclán asistió a la representanción de una obra teatral de Echegaray, y demostró allí también su manía personal contra el autor. En el escenario, un personaje masculino le decía a uno femenino: "Señora: es usted una mujer de seda por fuera, pero de acero por dentro". Valle Inclán se levantó en el patio de butacas y gritó, saboteando el espectáculo: "¡Eso no es una mujer. Es un paraguas!"
(lo que no dijo fue si el paraguas tenía goteras, si me permiten el guiño personal. Aunque en ese caso la mujer sufriría osteoporosis, por no usar símiles más escatológicos)
* * *
Cierta vez, el escritor Valle Inclán precisó de una transfusión de sangre. El premio Nobel de literatura José Echegaray le ofreció la suya, a lo que el sarcástico autor de Luces de bohemia replicó: "Esa sangre suya no la quiero, que está llena de gerundios"
En otra ocasión, Valle Inclán asistió a la representanción de una obra teatral de Echegaray, y demostró allí también su manía personal contra el autor. En el escenario, un personaje masculino le decía a uno femenino: "Señora: es usted una mujer de seda por fuera, pero de acero por dentro". Valle Inclán se levantó en el patio de butacas y gritó, saboteando el espectáculo: "¡Eso no es una mujer. Es un paraguas!"
(lo que no dijo fue si el paraguas tenía goteras, si me permiten el guiño personal. Aunque en ese caso la mujer sufriría osteoporosis, por no usar símiles más escatológicos)
*
* *
El filósofo
Aristipo de Cirene se encontraba a bordo de un barco que zozobraba en medio de
una terrible tormenta. Un marinero advirtió su pánico y le dijo: «¿Cómo un
hombre tan sabio como usted teme morir, y yo que soy un ignorante mantengo la
calma?» A lo que él respondió cínicamente: «Usted mismo lo ha dicho. No todas
las vidas son iguales. Si mi vida fuera tan insignificante como la suya,
tampoco me importaría perderla»
* * *
Durante su visita a Italia, un periodista le preguntó al escritor Jorge Luis Borges, con malicia: "¿En su país todavía hay caníbales?". A lo que Borges contestó: "Ya no. Nos los comimos a todos"
En otra ocasión, le pedían un autógrafo tras otro, en una feria del libro. Harto de firmar tantos ejemplares, exclamó: "Estoy seguro que cuando me muera mis libros más cotizados serán los que no lleven firma"
Borges también contaba que, observando un rifirrafe verbal, vio como uno de los que discutían le arrojaba el vino de su copa a la cara del otro. A lo que la víctima, serenamente, respondió: "Eso ha sido una digresión. Ahora espero su argumento".
* * *
Durante su visita a Italia, un periodista le preguntó al escritor Jorge Luis Borges, con malicia: "¿En su país todavía hay caníbales?". A lo que Borges contestó: "Ya no. Nos los comimos a todos"
En otra ocasión, le pedían un autógrafo tras otro, en una feria del libro. Harto de firmar tantos ejemplares, exclamó: "Estoy seguro que cuando me muera mis libros más cotizados serán los que no lleven firma"
Borges también contaba que, observando un rifirrafe verbal, vio como uno de los que discutían le arrojaba el vino de su copa a la cara del otro. A lo que la víctima, serenamente, respondió: "Eso ha sido una digresión. Ahora espero su argumento".
* * *
Ana de Austria
decidió expulsar de la corte a una dama conocida por su promiscuidad. Así que
le sugirió elegir convento. Con toda su malicia, ella respondió: «Envíeme a uno
de hermanos franciscanos»
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
El mejor "like" es un comentario, aunque sea negativo. Los agradezco y contesto todos.