martes, 13 de febrero de 2018

Un pergamino sobre Romeo y Julieta


 Una reflexión sobre un conocido mito. Se puede decir más alto quizás, pero no más claro.




6 comentarios:

  1. ¿MZ?
    No sé si lo he entendido del todo bien, pero... supongo que, en definitiva, no se puede amar al otro sin pasar primero por el amor a uno mismo. Una persona que no se quiere, que carece de confianza, no es capaz de amar, de darse por el otro. Lo primero es el amor propio, camino ineludible para el amor al otro. A veces, quieres ayudar a los tuyos, a alguien cercano, pero es muy difícil, por no decir imposible ayudar. La única manera entonces es ayudarse a uno mismo y confiar en la única posibilidad, que el ejemplo le valga la pena al otro.
    Me está llegando a la mente un cuento chino muy bueno al respecto... pero lo dejo para otra ocasión..., además que me parece que me he ido por los Cerros de Úbeda.

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    1. Pues lo entendiste perfectamente, Rubén. Solo habría que añadir la propensión al melodrama que mucha gente tiene, y que la empuja a actitudes extremas y patéticas que, en realidad, son una máscara para no asumir las cosas con valentía y amor por uno mismo. Y ello aunque sí sean víctimas de veras.

      Lo que ocurre es que (citando un aforismo propio): “El que hace lo peor, siempre es el verdugo. Pero el que lo hace peor, suele ser la víctima”.

      Ese es el matiz.

      Gracias por leer y comentar.

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  2. Desde luego, no se me ocurre nada más que añadir, Bonifacio, puesto que cada frase es un aforismo. Por esa tendencia natural que tienes en tus reflexiones de sacar la fibra de unas circunstancias. Se ha sobrevalorado el melodrama en exceso. Yo recuerdo a un poeta con el que discutía ardorosamente en el Café Central, que me decía que una vida artística requería de buenas dosis de padecimiento. En mi caso le refutaba con ejemplos de artistas que habían ejercido casi de funcionarios. En el amor pasa casi lo mismo. Y no es cuestión de ser tibios como nos tachan algunos por buscar una serenidad en la que también hallamos muestras del amor buscado. No todo es tormento ni un remolino de sentimientos. Excelente, Bonifacio.

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  3. En realidad la procesión va por dentro, y la pasión por fuera a veces. Lo que está de más es hacer aspaviento y melodrama para disfrazar o compensar carencias, o para distraer al “público” de la falta de sustancia de lo que uno ofrece, como en una mala obra de teatro o un culebrón televisivo.

    Ya que hablas de aforismos, te regalo otro de los míos, muy al caso:

    “Los que creen en la mortificación como virtud, olvidan que una rosa es una espina demasiado grande para despreciarla, y una espina es una rosa demasiado pequeña para tenerle aprecio”

    Muchas gracias por leer y comentar.

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  4. Gran aforismo, que se presta a miles de interpretaciones. Por cierto, me encanta el nuevo diseño de tu página, va mucho con tu estilo, con el que consigues atrapar el espíritu de los tiempos. Un saludo y cuídate.

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    1. En cuanto al aforismo... digamos que el placer (la rosa) conlleva cierto dolor (la espina). Pero es un dolor positivo, porque sí compensa. Y en cambio el dolor como tal (la espina) tiene su parte positiva también, pues de él se aprende y nos marca límites. Pero ese lado bueno no es bastante como para concluir que el sufrimiento es algo positivo en sí. Salvo que uno se termine enamorando del dolor, incurriendo en un placer morboso (como hacen los beatos y los místicos)

      Bueno, no me enrollo más. Me alegra que te guste el nuevo aspecto de mi paraguas. Espero que la lluvia no arrastre la pintura.

      Un abrazo.

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