jueves, 25 de mayo de 2017

Cerebro de mosquito












 Finaliza Mayo y pronto llegará el calor. Con nosotros, tenemos a un polémico protagonista de esa época del año, de quien sin duda se hablará mucho este verano. Esta entrevista será incisiva, sin paños calientes. Tal como corresponde a mi estilo periodístico agresivo. Iremos al grano, por tanto. Poniendo al entrevistado entre la espada y la pared. O entre la alpargata y la pared, en este caso…

— Señora Mosquita Gutiérrez: ¿cuáles son sus reivindicaciones y por qué actúa de ese modo tan dañino para la comunidad?

—No tengo adscripción política alguna. Simplemente busco alimento, y tengo una prole que sacar adelante. No es nada personal

—¿Qué significa adscripción? Recuerde que esta entrevista es para Internet, no use usted palabras que no sean coloquiales. Mucha gente es algo bruta y se satura. Y prefieren abrir la nevera a un diccionario. Siempre que la nevera no esté lejos, claro está…

—Adscripción quiere decir que no participo en política. Insisto, se trata de una cuestión de supervivencia alimenticia, nada más. Ya que habla de neveras...

—Pero usted transmite enfermedades. Y perturba la paz y el descanso de la gente. ¿No podría buscar una forma alternativa de nutrirse que no implicase todo eso? ¿O hacerlo sin causar ese molesto zumbido, al menos?

—El zumbido es involuntario, lo provocan mis élitros

—Traduzca, por favor. Le recuerdo que…

—Mis alas. Son delgadas, y al batirlas causan ese ruido. Vuelo buscando el calor y la humedad de un huésped. Y también sus emisiones de CO2. Normalmente floto alrededor de la cabeza del sujeto, hasta que mis receptores anatómicos localizan el lugar perfecto para extraer la sangre, insertando mi probóscide en el punto exacto de la piel de la víctima elegida. Para ello introduzco una saliva que facilita el drenaje. Y que provoca irritación en la piel del huésped luego. Aunque eso me trae sin cuidado, si le soy sincera…

—¿Podría aclarar términos, por favor?

—¿Drenaje?

—No: probóscide

—Mi probóscide es mi trompa

—Vale, pero el caso es que usted perjudica a mucha gente, no puede negarlo. Y hasta los científicos han dicho (disculpe mi franqueza) que su especie no es vital para el planeta, como ocurre con otros insectos. Y nada ocurriría si desapareciera del todo y para siempre. Vamos, que son ustedes vulgares parásitos sin utilidad alguna, perdone que se lo diga crudamente…

—¿Cómo esos jóvenes gamberros que se emborrachan y lo ensucian todo, dice usted?

—Algo así, señora…

—Pues le informo que mi zumbido “tan odioso” ha sido imitado por esos mismos científicos humanos de los que alardea usted. Para incluirlo en un dispositivo tecnológico con el que dispersar jóvenes vandálicos. Emitiendo para ello un pitido insoportable, con una baja frecuencia que sólo pueden captar ellos… ¿sabía eso? Así que no soy tan inútil como piensa usted, después de todo. Y además, molesta sí seré. Pero yo no orino como un elefante en plena acera igual que ellos, aunque tenga trompa. Perdone usted que sea tan gráfica…

—Admito que no me esperaba una defensa tan hábil. Tiene usted buenos reflejos para esquivar golpes, señora

—Estoy acostumbrada…   

—En cualquier caso, permítame que insista de nuevo. ¿De veras no hay alternativa a su maldito zumbido? Anoche mismo un pariente suyo me impidió pegar ojo, no le miento

—Verá usted: necesito las proteínas de la sangre para que mis huevos eclosio… puedan nacer bien, para que se me entienda. Y no espere que las vaya a pedir a una farmacia…

—¿Y el ruido al volar, señora Gutiérrez? ¿No habría forma de evitarlo?

—¡Y dale con eso! ¿Qué quiere, que vaya en bicicleta?

—Hum… No sé qué decirle, la verdad. Entiendo su punto de vista, lo de su prole y eso... Pero creo que no vamos a entendernos nunca. Y esta entrevista no da ya más de sí. No cambiará usted de actitud por más que la interrogue yo, eso está claro. Ni aunque termine por odiarla todo el mundo...

—Me desprecian sin excepción, sí. Pero esa es mi gran virtud: soy yo misma siempre, aunque dé por culo a todos

—Así me gusta, que se exprese llanamente al fin...

—Bueno, ¿tiene más preguntas? Mi vida es muy breve, un mes como mucho. Es decir: mil veces más corta que la suya

—Así que estos cinco minutos humanos de entrevista que llevamos, equivalen a… no me sale el cálculo…

—Tres días y medio de un mosquito, esa es la cuenta

—Exacto, es usted una mosquita muy lista. Tiene un cerebro privilegiado para su especie, sin lugar a dudas… Así que, en agradecimiento, y para que no se tenga que preocupar más por el tiempo, le he preparado un regalo a la altura de su inteligencia, para que se pueda marchar ya. Y con eso concluimos de una vez, descuide

—¿Qué regalo?

—Un libro, aquí lo tiene

—Ya lo veo ¿De qué trata?

—Es para que pueda volar lejos. Ya que al parecer seguirá zumbando usted, al menos mejorará su destreza aero... ¿cómo es la palabra?

—Aerodinámica

—Eso. Definitivamente, es usted una mosquita brillante. Aquí está el libro de física, y gracias por su presencia aquí

—Pero este libro es gordo. Y yo no me canso por leer mucho, al contrario. Pero le recuerdo que mi vida es brevísima…

—No hace falta que lo lea entero, señora. Puede ir… picando, aquí y allá. Distraídamente, como los que leen en Internet. Hagamos una prueba: ábralo y escoja cualquier párrafo

—Como comprenderá, este libro es inmenso para mí. Y pesa mucho para que yo lo abra, ¿cómo se le ocurre? No podría ni darle vuelta a una página siquiera. Ni con la ayuda de veinte como yo…

—Tiene usted razón, ¡qué torpe soy! Perdone… Lo abriré yo por usted, señora. Así, por la mitad. Pósese en el libro abierto y lea, no sea tímida

—Tan amable usted… A ver, ya me posé… Las letras son muy grandes para mí, ahora que lo veo abierto. ¿Dijo que es de física? Qué raro… no parece que haya fórmulas en él… ¿Quién es el autor?

—Stephen

—¿Hawking?

—Casi…



 






   
©  Bonifacio Álvarez


2 comentarios:

  1. Qué mosquito más diletante para los usos de internet,Bonifacio.Muy ingeniosa su recreación,y que es tan elocuente de tu fantasiosa imaginación.Peor que su picor es que encima nos obligue a levantar los ojos de nuestra pantalla.A muy poca gente le pica la curiosidad del saber. Un saludo.

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    1. Gracias Sergio. El saber no ocupa lugar... lo malo es que te aplaste.
      Saludos.

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