Sobre el infierno en el que uno vive, a veces. Un perfecto viral, aunque no lo pensé así.
Se lo dedico a un hada malgeniada que lee esto (mientras come verduras).
Que lo distruten.
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LEER EN CASO DE INCENDIO
(Manuscrito hallado en la mano de un cadáver)
No dejes de leer esto, aunque te quemes. ¿Temes morir? Pues morirás lo mismo, un día u otro. Eso lo sabes. ¿Por qué no iba a ser ahora, por cierto? Eres adulto, ya has tenido tiempo suficiente. Y lo has perdido a veces, no te engañes.
¿No sabías que también mueren los niños?
Incluso antes de nacer, algunos de ellos. Y otros después, de hambre o
abandono. Quieto ahí, no intentes esquivarme. Sigue leyendo sin temblar, aunque
te cueste. Ten dignidad, no seas tú como esos bobos que se atolondran a la
primera llamarada, tropezando igual que pollos sin cabeza. Tú eres mejor que
eso, estoy seguro. O eso te dices a ti mismo siempre, ¿me equivoco?
Ya lo sé: crees que la situación
se ha vuelto extrema. Que todos corren fuera ya, despavoridos. Que se oyen
gritos de horror y hueles a quemado. Que el techo sobre ti se desmorona. Que no
te queda oxígeno ya casi. Que empiezas a ver mal con la humareda. Que hay
lágrimas también sobre tus ojos. Que tienes mucho miedo y, de repente, te
empiezas a plantear por qué has venido a este rincón…
Sólo querías leer este
cartel, estoy seguro. Cuando todo es muy confuso para ti en medio del infierno,
y sufres lo indecible buscando una respuesta.
Pues no la tengo, en realidad. O sí la tengo:
vive. Simplemente busca una salida. No intentes razonarlo tanto todo. No te
plantes para siempre ante un escrito. Escucha sólo con el sentimiento, aunque no
es fácil. Pero actúa con la razón, y no al revés... No des la espalda al fuego,
o te alcanzará antes. Ni lo mires de frente, pues te quemará los ojos. Míralo
de perfil, sencillamente. Y después, coge la rosa con cuidado, entre las brasas.
Es sólo eso. No hay más.
Ahora sí, ya puedes irte. Pero antes, copia
este letrero siete veces. Sí, ya sé que el fuego te acorrala y suena absurdo.
Que ya no tienes tiempo para eso. Pero hazme caso: escríbelo, harás bien.
Y no con una máquina: hazlo a la
antigua. Y sin angustia, para que no te tiemble el pulso y se lea claro. Al pie
de esta vitrina, encontrarás pluma y tintero. El papel búscalo tú, hay mucho
por ahí...
Y cuando tengas ya las siete copias,
repártelas a mano, entre las llamas. Una por una, por todos los rincones. Si las
rechazan al huir, ponlas en su espalda. Pero no seas tan idiota como para
pegarlas en un muro. Nadie tiene la suficiente sangre fría para ponerse a leer
en medio de un incendio.
© Bonifacio Álvarez.
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